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Literatura prosista
LA LITERATURA EN EL SIGLO XVIII
Política y nuevas ideas - 1ª parte
l siglo XVIII es un periodo de crisis y tensiones continuas en toda Europa, que concluirá con un movimiento revolucionario (la Revolución francesa, 1789). Políticamente está marcado por el absolutismo monárquico, e ideológicamente tiene como base las ideas de la Ilustración, que condujeron al despotismo ilustrado, una manifestación de dicho absolutismo.
La Ilustración
Es un movimiento cultural e ideológico europeo, que dura prácticamente todo el siglo XVIII y que queda roto después de la Revolución francesa, consecuencia de sus ideas, que atemorizó a los principales valedores del movimiento.
La finalidad primordial del ilustrado era contemplar y analizar el mundo en todos sus aspectos a la luz de la razón. La sociedad estaba en medio de las tinieblas y sólo las "luces" de la razón podían disiparlas. Por ello, se someten a discusión, crítica y análisis todas las ideas en que reposaba la sociedad, señalando lo que de oscurantismo, superstición e irracionalidad había en ellas.
Las bases de este movimiento racionalista proceden en última instancia del renacimiento europeo del siglo XVI, y del pensamiento filosófico racionalista que había inaugurado René Descartes (1596-1650). En el terreno político, en el origen de la Ilustración están las revoluciones inglesa (con la instauración en 1688 de una monarquía constitucional y parlamentaria en Gran Bretaña) y neederlandesa. La pujanza de la burguesía y los cambios científicos y económicos que se producen a lo largo del siglo (y que desembocarían en la Revolución industrial) son factores de gran importancia en el movimiento ilustrado.
Este movimiento ilustrado parte del mundo inglés, pero es en Francia donde tuvo su mayor desarrollo y donde produjo las más importantes manifestaciones, que pueden concretarse en la publicación de la Enciclopedia y en la obra de sus colaboradores, entre los que destacan Denis Diderot (1713-1784), Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Jean Le Rond D'Alembert (1713-1783), Voltaire (seudónimo de François-Marie Arouet, 1694-1778) y el barón de Montesquieu (Charles-Louis de Secondat, 1689-1755). De Francia, las ideas ilustradas se difunden por toda Europa (Rusia, Prusia, Italia, España, Portugal, etc.), con mayor o menor fortuna, y por las colonias europeas en América, que comienzan a conseguir su independencia a partir del último cuarto del siglo (Estados Unidos se proclama independiente en 1776).
Montesquieu, uno de los miembros
destacados del movimiento ilustrado francés
Lo más importante de la Ilustración fue su forma de pensar: la razón era lo único que concedía validez a las ideas, era el arma poderosa con la que se luchaba contra las formas tradicionales y supersticiosas de la religión, contra la autoridad del poder real absoluto y contra unas estructuras económicas, políticas y sociales, que se consideraban anticuadas e invalidadas para la nueva sociedad racional que se deseaba construir.
El método preconizado por los ilustrados es el analítico; entre otras muchas cosas, esto supuso un gran avance de las ciencias experimentales (física, química, ciencias naturales) y del campo de la técnica. El siglo ilustrado es una época brillante para la ciencia, en la que se sientan las bases del pensamiento moderno, desligándolo en gran medida de las cortapisas que la religión y el mantenimiento de la ortodoxia le imponían.
Sin embargo, quizás lo más destacable de la Ilustración (o aquello en que sus efectos fueron más espectaculares) es la teoría política. El constitucionalismo inglés es tomado como modelo de monarquía no autoritaria; Montesquieu sienta las bases de la división de los poderes políticos (legislativo, ejecutivo y judicial). La idea del contrato social y de la igualdad de los hombres, expuesta por Jean-Jacques Rousseau, y la soberanía de los ciudadanos (no ya de los súbditos) cuestionan y hacen derrumbarse en 1789 una de las más sólidas y poderosas monarquías de Europa, la francesa. Y la labor de crítica sistemática, a veces demoledora, de Voltaire cuestiona las creencias religiosas y no religiosas tradicionales. La "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" (1789) recoge las ideas preconizadas por los ilustrados.